63 días por Annaba, Argel, Túnez y otros puertos mediterráneos a bordo de la motonave "Pilar Urizar"

29.07.2016 16:44

 

Hacía más de dos años que había dejado de navegar, cambiando de profesión. Una serie de contratiempos en mi nueva actividad me llevaron a aceptar hacer el relevo de un colega radiotelegrafista durante sus vacaciones.

El 19 de enero de 1977, en el puerto de Castellón de la Plana, embarqué en la motonave polivalente “Pilar Urizar” EBVU ―88,35 metros de eslora, 12,92 de manga, 7,60 de puntal, 3.853 toneladas métricas de peso muerto y 6,4 metros de calado a plena carga―, un barco esbelto, pintado de un color indefinido entre gris y crema, con la superestructura a popa, dos bodegas y cuatro pares de puntales. En ese momento estaba embarcando sacos de cemento y, a juzgar por el calado, seguramente estaba cerca de completar la carga.

A finales de los años sesenta del siglo pasado la naviera bilbaína ―fundada en 1944 y disuelta en 1987― José Guezuraga y Urizar S.A. se encontraba en pleno crecimiento.

Enseña de la naviera (el color es dudoso)

 

Por ello, encargó la construcción de tres cargueros polivalentes a los Astilleros Tomás Ruiz de Velasco de Erandio, en la ría de Bilbao.

El primero de la serie: "Pilar Guezuraga"

 

La motonave “Pilar Urizar” fue el último de estos mercantes prácticamente idénticos (este ultimo incorporaba bulbo de proa).

El 11 de junio de 1969 se puso la quilla en grada, se botó el 2 de marzo de 1970 y se entregó al propietario el 6 de junio del mismo año. Esta nave de 2.110 GRT estaba propulsada por un motor diésel de 2.000 HP con el que desarrollaba 12 nudos de velocidad de servicio y 13 nudos de velocidad máxima.

Terminada la carga a última hora de la tarde, después de cenar zarpamos con rumbo a Annaba, Argelia.

Si no recuerdo mal, éramos 16 los tripulantes del buque: Capitán, segundo oficial, contramaestre, 3 marineros, mozo, jefe de máquinas, maquinista, calderetero, 2 engrasadores, electricista, cocinero-mayordomo, marmitón, camarero y radiotelegrafista.

La travesía de 36 horas hasta el puerto de Annaba fue plácida y sin incidentes. Mi trabajo no me planteó ningún problema. La estación se encontraba en buen estado y el funcionamiento de todos los aparatos era satisfactorio. No dormí bien pues cuando tragaba me dolía la garganta. Por la mañana el capitán, Idelfonso Sobrino, me diagnosticó anginas que combatimos con antibióticos del botiquín.

Recuerdo que la comida era aceptable y el vino aguado. El capitán casi siempre comía y cenaba en su camarote.

Annaba o عنابة (antes Bône) es una ciudad ubicada en la parte oeste de la hermosa bahía del mismo nombre al nordeste de Argelia, a unos 100 kilómetros de la frontera con Túnez. Una ciudad que en esos años era la cuarta ciudad más poblada del país con cerca de 250.000 habitantes.

Foto de https://www.vitaminedz.org

 

Me parece que estuvimos cinco días en esta ciudad, capital de la provincia del mismo nombre. Una urbe tranquila, en esos años, cuyos habitantes se mostraban amigables. La verdad es que no recuerdo gran cosa de ella: El agradable bulevar central, Le Cours de la révolution,

Foto de https://ghardaiatourisme.com

Foto de 1961 extraída de https://www.panoramio.com

 

la mezquita de Sidi Bou Merouane al-Assadi o Abu Marwan (جامع سيدي بومروان)

Foto de https://histoireislamique.wordpress.com

 

la luminosidad de la urbe y la costa rocosa salpicada de playas de la bella bahía mediterránea.

Foto de https://media-cdn.tripadvisor.com

 

Una noche fuimos a tomar unas copas ―carísimas― al bar del hotel principal de la ciudad, pero el ambiente era muy serio y sólo había varones.

Otra noche Aurelio, el jefe de máquinas, se agenció una caja de langostinos y generosamente invitó a toda la cámara a compartirlos durante la cena. El Jefe, un gran tipo de Bermeo o Busturia, era buen conversador y mejor discutidor.

Regresamos en lastre a Castellón donde, en dos días, se embarcó una carga completa de sacos de cemento portland.

Fotografía del "Pilar Guezuraga" proporcionada por Tino Suarez

 

Me parece que, con la máquina moderada, tardamos 24 horas en cubrir las aproximadamente 226 millas hasta Argel, con todo estuvimos fondeados en la bahía otras 24 horas antes no nos dieron permiso para atracar.

Esta luminosa y marítima urbe mediterránea me fascinó desde el primer momento. La visión desde nuestro fondeadero no podía ser más prometedora. Con los prismáticos alcanzaba a ver las terrazas que miraban al mar frente a edificios blancos, sólidos y elegantes. El bullicio de la ciudad llegaba a mis oídos y el terral me traía exóticos olores.

Foto de https://literafrica.files.wordpress.com

 

Después de atracar y despachar la entrada con las autoridades argelinas, estas nos proporcionaron unos pases que nos identificaban y nos permitían la entrada/salida del muy vigilado recinto portuario. Con mi pase, ropa ligera y calzado cómodo me apresuré a salir del barco para conocer un poco la ciudad de, en esos años, algo más de un millón de habitantes.

El puerto de Argel es de buen tamaño y para llegar hasta la puerta de entrada junto a la ciudad, había que caminar unos dos kilómetros de muelles atestados de material rodante para, imagino, el desierto (camiones, tractores, grúas, excavadoras, etc., todo de gran tamaño y enormes ruedas).

Foto de https://blogdebanderas.files.wordpress.com

 

La ciudad, o mejor dicho la parte baja de ella, me recordaba Marsella. Paseando por la calle Didouche Mourad, la arteria principal de la ciudad, fui a parar a la bonita plaza Grande Poste con la sede central de correos que le da nombre (1910, estilo neo-mudéjar con un techo interior espectacular) y otros hermosos edificios y jardines.

Foto de https://blogdebanderas.com

 

Después caminé por el bulevar Zighout Youcef bajo los sombreados soportales de los blancos edificios.

Foto de https://blogdebanderas.com

 

Volviendo hacia el puerto me sorprendieron agradablemente los numerosos puestos callejeros de flores.

Después de la cena, presidida excepcionalmente por el master, apareció en la cámara un argelino de mediana edad, un viejo conocido del capitán con el que, a tenor del efusivo abrazo que se dieron y según nos dijo, le unía una gran amistad. Nos contó que el régimen socialista del FLN argelino, con Houari Boumedienne a la cabeza, desde el año anterior estaba introduciendo algunos cambios económicos, que permitirían a amplias capas de la población el acceso a electrodomésticos básicos tales como refrigeradores o radios.

Acabada la disertación pude descubrir el principal objeto de su visita: ¡nuestro capitán “traficaba” con periquitos y canarios! Y el simpático y hablador argelino era su principal cliente.

En días sucesivos visité la Villa Abd-el-Tif ― construida en 1715―, un palacete magnífico con hermosos y frescos patios interiores

Foto de https://upload.wikimedia.org

 

y la Gran Mezquita Jamaa-el-Kebir (الجامع الكبير), la más antigua de la ciudad (1097).

Foto de https://looklex.com

 

La "Pilar Urizar" atracada en puerto desconocido

 

Tras no menos de cuatro días de descarga, utilizando únicamente los medios del buque, zarpamos en demanda de Águilas donde nos esperaba otra carga completa de sacos de cemento.

La villa, puerto y bahía de Águilas me resultaban entrañables por su razonable tamaño y por los buenos recuerdos de otras visitas a bordo de otro barco.

Foto de https://cloud2.todocoleccion.net

 

La esposa del jefe de máquinas embarcó en este tranquilo puerto murciano.

Completada la carga zarpamos hacía Cartagena donde hicimos una brevísima escala para hacer combustible. Esta vez el cemento estaba destinado al puerto de Túnez.

Durante la travesía, el capitán me pidió que enlazara —radiotelefonía onda media— con otro barco español, del cual no recuerdo el nombre, que mandaba su padre. Un barco muy parecido a este, pero un poco más pequeño, me dijo. Realizado el enlace, me fui de la radio para que padre e hijo pudieran hablar a sus anchas.

Ya he dicho que el capitán raramente comía en la cámara, añadiré que, al margen del trabajo, apenas se relacionaba con nadie. Conmigo charlaba a veces en algún momento de sus largas guardias (6 horas).

En el canal que atraviesa el lago de Túnez, entre el puerto de La Goulette y los muelles de la ciudad, con sólo algo más de 6 metros de profundidad (es decir el calado de popa del barco a plena carga), un cable se enganchó en la hélice llegando a parar la máquina. Todos lo percibimos claramente, de repente el ruido de la máquina cesó y casi de inmediato sonó el timbre del telégrafo indicando -Para Máquinas-. A continuación el jefe de máquinas informó al capitán, por el tubo acústico, de su sospecha. Acordaron dar unas paladas atrás seguidas por unas avante y ver que sucedía. Así se hizo y la máquina respondió, pudiéndose llegar sin más incidentes al lugar de atraque, muy cerca del centro de la ciudad.

Para conseguir que la hélice descubriera parcialmente, se trasegó combustible y agua dulce hacia los tanques de proa, se llenaron todos los tanques de lastre del centro hacia proa y se descargó totalmente la bodega de popa. Varias vueltas de cable de una pulgada rodeaban el hueco entre la hélice y el buje de cola. Personal de tierra cortó y retiró el amasijo y tras varias inspecciones y pruebas el Chief nos aseguró que los daños en el buje y en la hélice eran muy superficiales y carecían de importancia.

De la ciudad que entonces rondaba el medio millón de habitantes, recuerdo la arbolada avenida Habib Bourguiba con algunos hermosos edificios de estilo colonial tardío, la plaza Barcelona con la moderna y fea Gare de Tunis y, sobre todo, la medina.

Foto de https://levoyagedeshiboux.files.wordpress.com

 

La medina o barrio antiguo de Túnez es un entramado de callejas, colores, comercios, fuentes, gentes, mezquitas, palacios, pasadizos, pequeñas plazas, talleres de artesanos, trueques y sonidos. Era o es fácil perderse, pero en aquellos años, a los pocos turistas —muchos más que en Argel— que se aventuraban en este laberinto se les trataba muy bien y alguien siempre les orientaba para salir de la intrincada medina.

Foto de https://www.meridiano180.com

 

Recuerdo que, en general, se comía bien y a buen precio ya fuese en un restaurante, en un funduq, en un café o en un puesto callejero. En los primeros se podía beber excelente vino tinto del país.

Solucionado el problema de la hélice, Aurelio, su mujer y yo nos fuimos de excursión a Cartago. Me parece que fuimos en tranvía o tren de vía estrecha. Lo que más me gustó fue el emplazamiento y los mosaicos romanos.

Foto de https://www.adevaherranz.es

 

Foto de https://blog-tunez.com

 

De vuelta, en un restaurante con vistas al Mediterráneo, disfrutamos de una excelente comida/merienda/cena regada adecuadamente con abundante vino tunecino.

Finalizada la descarga y limpieza de las bodegas, zarpamos con rumbo a Castellón.

Estuvimos dos días en este puerto anodino y volvimos a zarpar con destino a Argel, otra vez cargados hasta los topes de sacos de cemento.

A la hora de la cena sólo coincidíamos el Chief, su esposa y yo. Como ya he dicho antes, Aurelio era un discutidor nato y como yo también era de la cofradía, las cenas y sobremesas eran muy entretenidas. Si alguna vez mi dialéctica conseguía acorralarlo dejándolo sin argumentos, se erguía en sus casi dos metros, adelantaba su cuello de toro, sonreía y decía: “¿De qué te sirve inteligencia si hostia te pego pues?”

Foto de https://mapamundial.co

 

En esta segunda visita a la capital argelina, me dediqué varios días a patear a fondo la casbah o alcazaba.

Foto de https://profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.mx

 

Si no hablaba, podía pasar perfectamente por argelino y me metía en cualquier lugar sin ningún problema. Una mañana dos niños de 11 u 12 años vinieron corriendo hacia mi y ¡besaron mis manos! Pero todo tiene su explicación: En esos años únicamente llevaban barba los clérigos, así que simplemente los niños me tomaron por uno. Tengo que decir que a diferencia de pasados y futuros años, cualquier persona podía pasear por la casbah o la medina sin correr ningún peligro, eso si, sin ninguna cámara fotográfica ni otros aditamentos turísticos. En lo más intrincado de la casbah me mostraron un patio interior increíblemente fresco y bello de una vivienda en obras. Y en lo más alto de la casbah visité el deteriorado Palacio del Dey, el edificio residencial más importante de la ciudadela otomana, que comprende además de dos mezquitas, un segundo palacio y un polvorín.

Foto de https://www.qantara-med.org

 

El último día algunos tripulantes acudimos a un poco surtido almacén gubernamental, donde compramos a buen precio latas de 5 litros de excelente aceite de oliva argelino y cajas de rico vino tinto del país.

Con las bodegas limpias y vacías nos hicimos a la mar el 20 de marzo de 1977.

Al día siguiente atracamos en Águilas y en el segundo día desembarqué.

"Pilar Urizar" en lastre. Foto de Tino Suarez Suarez

 

10 años más tarde se cedió gratuitamente, como indemnización a los trabajadores, a la naviera Consignataria San Mamés S.A. de Bilbao (fundada por los mismos) y se rebautizó como “San Mamés”.

El 11 de octubre de 1993 se vendió a la factoría Naval S.A. de Marín, Pontevedra.

Al año siguiente se vendió a Galway Marine de Panamá y se le nombró “Guatifay”.

El último reporte AIS indica que el 21 de junio de 2015 seguía navegando.

El Gob Wein ex Pilar Guezuraga. Foto de https://www.spanishshipping.com

 

Román Sánchez Morata. 29-07-2016

Fuentes:

Grupo voluntario de expertos de https://arxiufotograficmmb.blogspot.mx/

"UN SIGLO CON LA MARINA MERCANTE" (Tomo 1) de Luis María del Busto y Mandaluniz

https://hemeroteca.abc.es           

https://www.vesselfinder.com

https://www.boe.es                    

https://shipping-data.com

https://shipsdata.com                  

https://www.qantara-med.org

https://www.rutasymapas.com      

https://es.wikipedia.org

 https://fr.wikipedia.org                       

Archivos propios

Archivos de Tino Suarez Suarez

"SAC Barcelona", el último vapor español

La motonave "Ruiseñada" o El ocaso del franquismo

Notas Marítimas de finales del XIX