Apuntes de una travesía en solitario, o "cómo navegar con poco dinero" -7-

29.12.2014 22:58

 

VII

 

 

SURESTE DE BRASIL

 

 

 

Barajando la costa

 

 

 

3 de junio.

A las 7 horas 45 minutos, ancla arriba y clara. Mayor con un rizo y motor. ENE 1. Sol.

Pasadas las ocho, libramos la Isla das Palmas.

0825. Faro de Pta. Castellanos al 180 verdadero.

0830. Rumbo 090. Velocidad 5 nudos. NNE 1-2. Sol.

0845 Izo la génova, el barco toma más escora y cae al agua uno de los cuarteles de la entrada, que había dejado sobre el tambucho  —demasiado tiempo sin navegar en mar abierto, colega—.

Efectúo varias pasadas hasta que consigo recuperarlo. No sale agua por el tubo de escape. Detengo el motor.  V 6.  NNE 3.

0920. Encalmados. Desmonto la bomba de agua. El impulsor tiene varias aletas rotas. ¿Cómo es posible, si hace tres días estaba impecable? En fin, lo sustituyo así como la junta estanca del eje.

1100. Seguimos al mismo rumbo, velocidad 2 nudos. SSE 1. Calima. Pta. Grossa de Marambaia al Norte verdadero, distancia aproximada: 3 millas.

Seguimos toda la tarde con ventolinas variables y calima. A ratos, quedamos encalmados y avanzamos a motor. A las diez de la noche estamos situados frente a Río de Janeiro. No veo las luces por estar demasiado lejos, pero sí se observa perfectamente un gran resplandor.

He decidido no recalar en Río. No me apetece nada la gran ciudad con todo lo que conlleva. No me interesa la muchedumbre ni los grandes edificios. Todo el mundo, cuando les he explicado que no me detendré en esa ciudad, me lo ha recriminado. Me dicen —los brasileños— que es la ciudad más hermosa del mundo. Los paisanos que han estado, me recomendaron encarecidamente la visitara, especialmente por sus mujeres.  Con todo, pasare de largo.

4 de junio.

Seguimos con brisas variables o calmas toda la noche, a ratos arranco el motor y avanzamos un poco.

A las cuatro de la mañana arrío todo y me voy a dormir.     

A las siete y pico me levanto, pero seguimos encalmados. Arranco el motor hasta las ocho y media, hora en que se establece un viento flojo del WNW. Rumbo verdadero 104. Velocidad 5 nudos. Bruma.

No consigo ver la costa. He pescado una mandíbula de barracuda, es probable que se le haya desprendido de tanto remolcarla o que sus congéneres le hayan comido el resto del cuerpo, en todo caso, yo soy el culpable por no prestar atención al curricán.

A mediodía navegamos rápido arrumbados al 084. Viento del W de fuerza 3/4 con sol. Doy el tangón y nos ponemos a “orejas de burro”. Entreveo tierra.

A las tres no se vislumbra la costa. Pasa un mercante y me comunico, por VHF, con el oficial de guardia, quien me facilita la situación: Estamos a menos de 7 millas de la costa. El viento rola al WSW.

A las 1930 horas, Cabo Frío al N verdadero. Si hubiese sido de día y con menos mar, me hubiera gustado pasar por “El Boqueirao”, un estrecho paso entre la Isla de Cabo Frío y la costa. Estoy cansado, hace casi 8 horas que permanezco al timón, pues a “orejas de burro” el barco no puede gobernarse solo.

A las 2030 horas largo el tangón. Doblamos el Cabo muy cerca, el faro queda muy alto y se ve impresionante.

Poco después de las 10 de la noche, entramos  lentamente —está muy oscuro— en la Enseada dos Anjos, Arraial do Cabo. Fondeo detras del muelle. Estoy cansado y hambriento. Ceno rápidamente y me acuesto.

5 de junio.

Me levanto pronto. Hay muchos pesqueros y algún pequeño velero fondeados. En el muelle está atracado un buque de apoyo a prospecciones petrolíferas.

Abandono el puerto y fondeo en una cala más al NE. Aquí no hay casas y el agua es transparente. Hay una especie de almadias que supongo viveros. Decreto descanso absoluto.

Al atardecer fondea en el centro de la bahía,  por nuestra popa, un buque de guerra brasileño.

 

6 de junio.

Cuando despierto por la mañana, ya no está el buque de guerra. A las 0945 horas levo el ancla y zarpo a vela con mayor en el primer rizo. Enseguida izo el foque.

Ceñimos costeando el lindo litoral. El viento, del primer cuadrante, arrecia y rizo más la mayor. Damos bordos cortos.

A las 1615, fondeamos —a vela— en la Ensenada de los Osos en Búzios.

Al rato acude el patrón del barco vecino. Es argentino, solitario y su barco también es un Freers, aunque moderno. Como tenemos bastante en común, enseguida hacemos buenas migas.

Por la noche agarro una cogorza considerable.

 

7 a 13 de junio. Búzios.

Cambio de fondeadero, me pongo más cerca del pequeño muelle de la gasolinera, en donde desembarco y dejo el anexo. Ahora estoy junto a los pescadores. Cuando voy a tierra, dejo amarrado el chinchorro en el muelle, con ancla por la proa para separarlo de él y que no se estropee al rozar con los pilares en los cambios de marea. Los remos los dejo en una casa cercana, para que no desaparezcan.

Búzios es bonito, pero no me gusta. Demasiado desarrollado, pero al mismo tiempo decadente.

 

El día nueve, cumplo 37 tacos. Lo celebro adecuadamente, pero la cosa no termina a mi gusto, además de resultar excesiva la borrachera resultante. Me siento un “hombre objeto” pues hay unas cuantas mujeres maduras que me miran con deseo y lascivia, es un poco patético.

 

El día 11 amanece muy sucio y por la tarde tenemos temporal del Sur acompañado de lluvia intensa. Conozco a unas paisanas que tienen un bar por aquí, que me invitan a su casa, donde conozco un montón de gente divertida. En la reunión, hay un simpático mulato que lía un porro detrás de otro. Pronto, entre risas, no puedo ni levantarme del sillón. Pero estoy intranquilo por el barco ya que cada vez sopla más. Haciendo un gran esfuerzo de voluntad —lo estaba pasando francamente bien—, me despido.

Cuando llego a la playa me quedo helado: El barco ha garreado pues no está en el lugar donde lo dejé fondeado. Me despejo de golpe, dejo mi ropa en la misma casa donde guardo los remos y en calzoncillos me dispongo a ganar el barco a nado, ya que por la mañana dejé mi bote neumático y bajé a tierra con el anexo de Tato, mi amigo solitario. Providencialmente, en ese momento aparece él y me lleva hasta el barco. En efecto, ha garreado unos cincuenta metros, pero ahora parece que el ancla está firme. Como el temporal continua y se está levantando una marejada considerable, me amarro también a un muerto cercano.

 

El día 12 el viento amaina y rola al SW. Tato zarpa hacia Gibraltar.

 

El día 13 arrecia de nuevo y se mantiene del SW. De hecho, el tiempo es ideal para llegar rápidamente a los Abrolhos con viento de popa, aunque eso significaría permanecer esclavizado permanentemente en la caña; además hay que respetar las tradiciones: trece y martes,  ni te cases ni te embarques.

 

14 de junio.

0845. Ancla arriba y clara, motor en marcha. Izo mayor.

0900. Libres de puntas. Izo foque. Detengo el motor.

0930. Rumbo verdadero 058. Velocidad 4 nudos. Viento del WSW fuerza 2/3. Fuerte marejada del S/SE.

1200. Rola al SW y nos ponemos a navegar a orejas de burro con el foque atangonado por estribor.

1315. 4 nudos de velocidad. Sol. Consigo una buena situación por enfilación de las islas Cabo Frío y Ânchora.

Amarro un remo como prolongación de la caña, de esta manera puedo gobernar desde la cocina mientras hago la comida.

Paso el resto del día a la caña al no disponer de trinquetes gemelos, velas indispensables para que el barco se gobierne por sí mismo con vientos largos.

15 de junio.

0400. El viento ha rolado al Sur fuerza 2/3. El cielo está muy nuboso. Demora verdadera a Cabo Sao Tomé: 298º. Estoy cansado.

0655. Amaina un tanto. No puedo más. Pongo al esforzado Finisterre a la capa y me voy a dormir.

0810. De nuevo en pie. Rv 028. V 3.

0845. A orejas de burro, tangón por babor. Rv 003. V 4. SW 3.

1130. Fuera tangón. A un largo. R 008. V 6. WSW 3/4. Presión atmosférica 1015 milibares. Nubes sospechosas.

1500. Lluvia. Viento inestable.

1900. Lluvia. Calma. El motor no arranca hasta que purgo el circuito de combustible. A motor hasta las 2200 en que lo paro y me voy a sobar. Sigue lloviendo y no hay un soplo de viento.

 

16 de junio.

0110. ¡Arriba gandul! Arranco motor y navegamos a 5 nudos al 008 verdadero.

0245. Por fin deja de llover. Entra viento del NW fuerza 2. Paro el pinche motor. Mayor en el 1º y foque.  Rumbo Norte. Velocidad 4 nudos. Marejada del SW. Presión estable. Nuboso.

0700. Entro a vela en la Ensenada de Guarapari —al S de Victoria—, pero no me satisface, así que salimos y nos vamos a la Ensenada de Perocâo, un poco más al norte. Entro a motor y fondeo en 5 metros, arena. Filo 20 metros de cadena. El lugar es lindo, con casas muy lujosas cerca de la playa.

Desayuno, duermo, almuerzo, duermo, nado, ceno y vuelvo a dormir.

 

17 de junio.

A las 0815 arranco el motor y levo el ancla. No hay viento, pero izo igualmente la mayor para estabilizar el barco. Después de salir de la ensenada, navegamos barajando la costa a poca distancia. Son las 1130 cuando la sonda, súbitamente, indica ¡3,5 metros! al pasar encima de un bajo no señalado en mi carta de poco detalle. ¡Menudo susto!

A mediodía se levanta un poco de viento del NNW. Izo el foque. Tenemos sol, pero velado por la bruma.

A las 1530 penetramos en la Bahía de Espíritu Santo. Desde el mar, la ciudad de Vitória se ve muy moderna, con elevados edificios.

Nos metemos  a vela hasta la entrada del Club Náutico, en donde arrío todo, arranco el motor, preparo el fondeo, las defensas y las amarras. Atraco popa al muelle con ancla por la proa.

No hay muchos barcos. No hay duchas para transeúntes, pero hay una toma de agua en el muelle. Conecto mi manguera para baldear la cubierta, rellenar los bidones y tomar una ducha. Luego me acerco hasta el bar, donde hay poco personal y más bien soso. En secretaría me comunican que no hay ningún día de franquicia.

Me doy una vuelta por la parte más próxima de la ciudad, sin entusiasmarme. Renuncio a ir al centro, pues las guaguas (autobuses) van atestadas y hay un tráfico infernal. Compro pan y huevos.

 

18 de junio.

Como no me acaba de convencer este lugar, decido largarme sin despedirme.

A las 1030 ya estamos fuera navegando a motor. Una hora más tarde, paro el motor e izo la mayor con un rizo + la génova. Rv 055. V 3,5. SE 1/2. 1014 mb. Sol. A las 13 horas estamos al través de Punta Tubarao. El viento amaina progresivamente hasta que a las cinco de la tarde quedamos prácticamente encalmados, aunque algo nos movemos pues el barco todavía responde al timón.

El bulk-carrier brasileño “Río Verde” altera su derrota y se acerca. Utilizando su estentórea megafonía, pregunta:

—¿Tudo bem?

—Tudo bem, muito obligado —respondo, estrenando mi megáfono de latón. Me parece increíble, que tamaño barcarrón se interese por mi suerte. ¡Qué detalle!

Sobre las seis se levanta viento del SSE. Lenta y progresivamente el viento arrecia y rola, primero al SW, después al S y más tarde al ESE. Navegamos a un largo a velocidades entre 2 y 4 nudos.                                                      

A las 2315 pasan dos chubascos por la proa y el viento rola al E¼NE con rachas de 20 nudos. Llovizna. Navegamos a un descuartelar con bastante rapidez. Presión atmosférica 1015.

 

19 de junio.

A las 0415 obtengo una situación por demora —a un faro— y sonda. Estamos demasiado cerca de la costa, así que arrumbamos hacia fuera.

Rv 057. V 4,5. SE 2/3. Llovizna.

No duermo gran cosa pues el viento es muy irregular.

Después de desayunar, abro el armario para sacar un paquete de cigarrillos y fumar el de rigor, pero descubro con horror que no tengo tabaco. Busco por todo el barco, sin resultado alguno. Pensaba que tenía un cartón de reserva, pero parece ser que únicamente lo tenía en la imaginación...

A las nueve trabajo una recta de altura que nos sitúa pasado Río Doçe.

Después del mediodía, un portacontenedores me proporciona la situación:

l 19º 28' S y L 39º 14' W. Hemos hecho una singladura de 78 millas, lo que está muy bien teniendo en cuenta las 6 u 8 horas de calmas o ventolinas.

Estoy desesperado, no hay modo de hacer nada. Estoy amarrado a la caña y a las escotas. Apenas termino un reglaje, el viento arrecia, amaina o rola. El jodido tiempo está imposible: Lluvia, sol, llovizna, sol, lluvia, etc. Todo el tiempo estoy metiéndome o sacándome el traje de aguas, abrigándome o desabrigándome, un verdadero coñazo. Si quiero hacer algo que no sea estar al timón —comida, cálculos, achicar—, tengo que hacerlo por etapas no más largas de 15 segundos y aún así, Finisterre sufre alguna que otra trasluchada. Claro que podría poner el barco en facha, pero entonces dejaríamos de avanzar y hay que llegar lo antes posible para dormir.

No tengo tabaco, la meridiana se me ha pasado... Hace un rato me hubiera puesto a llorar.

Me sereno escribiendo en el cuaderno de bitácora mis penas, mientras gobierno de forma automática, sin mirar, guiándome por el ruido de las velas.

Estoy cansado y tengo sueño. Lo positivo: Vamos veloces y no hacemos casi nada de agua.

2100. Rv 054. V 6. SE 3/4. Nuboso.

Reviso concienzudamente todo el interior del barco en busca de algún cigarrillo extraviado. Encuentro uno en la sentina que pongo a secar cuidadosamente.

 

20 de junio.

A la una de la madrugada, arrío la génova. De hecho aguantaba muy bien, pero temo llegar de noche a la zona de bajos que envuelve el archipiélago. Con foque hemos reducido la velocidad, aunque todavía es considerable.

0130. Rv 009. V 5,5. ESE 3. Nubes y claros.

0645. Nos ponemos en facha y a dormir.

0845. Después de la reparadora siesta, volvemos a navegar al mismo rumbo a 4 nudos con viento flojito de levante.

Como hay que afinar en la recalada, a causa de la cantidad de arrecifes coralinos que hay en la zona, estoy toda la mañana tomando y trabajando alturas del sol para asegurar la bondad de nuestra situación.                                     

A las 1510 aparecen Los Abrolhos por la proa. El archipiélago está constituido por tres pequeñas islas y algunos islotes. Su nombre proviene de la frase en portugués abre os olhos (abre los ojos), recomendación muy adecuada por la cantidad de bajos existentes en la zona.

A las 1830 doblo por el Este la isla de Santa Bárbara, la mayor y en donde está situado el faro. Fondeo en su parte Norte, entre una pequeña playa y un islote, en fondo de arena —7 metros—, filando 40 metros de cadena. Hay otros dos barcos fondeados: uno británico y el otro brasileño. Les pregunto a voces, si tienen cigarrillos, pero ninguno de los tripulantes fuma.

Más tarde, se acerca remando el guardián del parque natural de las islas. Ni él ni su compañero, que está en tierra —los únicos habitantes—, fuman... Me comunica que está prohibido desembarcar.

Mi desolación es absoluta. Nos movemos considerablemente ya que este fondeadero —al igual que el de la parte Sur— está abierto al Este, precisamente de donde sopla el viento. Ceno copiosamente y me acuesto rumiando mi decepción.

 

©Román Sánchez Morata 1998-2001-2013

 

Octava entrega:

VIII. ESTE DE BRASIL. La costa del Estado da Bahia

 

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