El momento político en Catalunya XIII

01.08.2021 12:33

Si Pablo Casado, siempre tan brillante él, se permite exigir al gobierno “que haga lo necesario para que detengan a Puigdemon, Comín y Ponsatí, ahora que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea les ha retirado la inmunidad”, dando Casado una muestra de lo que él entiende por “separación de poderes”, ¿no podrá el modesto opinante que suscribe este artículo dejar constancia de su parecer sobre la situación política actual?

Si el mismo Casado, con total desparpajo, dice públicamente que “en las Baleares no se habla catalán sino que se habla mallorquín, menorquín, ibicenco y formenterés”, creo que bien puedo yo hablar de temas respecto a los cuales estoy -como mínimo- tan documentado como él lo está en materia lingüística.

Formado gobierno de coalición en Catalunya entre dos de los tres partidos políticos independentistas con representación en el Parlament, “bajo el vigilante control” del tercero de dichos partidos, parece que en un primer momento no se visualizan grandes conflictos entre tales socios. El perfil de quienes ocupan el máximo escalón en las diverses consejerías es más técnico que político y aunque hagan lo que hagan -o dejen de hacer lo que dejen de hacer- de inmediato desde el PP (pese a su paupèrrima incidencia política en el Parlament), desde Vox y desde Ciudadanos (antes Ciudadan’s) lluevan las denuncias ante Fiscalía y recursos ante el Tribunal Constitucional, se está haciendo auténtica política y el ejecutivo trata de recomponer la maltrecha economía, al tiempo que asume los distintos retos que, como consecuencia de la pandemia que afecta al mundo, se plantean. Hasta en ocasiones cuentan, si no con el apoyo, al menos con la abstención de socialistas y “comunes”.

El gobierno catalán pretende algo auténticamente difícil: que se vea que desde el gobierno no se renuncia a los postulados que se expresaban en los carteles electorales a partir de los cuales ahora están al frente del ejecutivo, al tiempo que parece que quieren dar la sensación de que no están en contra de todo lo “que afecta al común de los españoles”.

Así, por un lado el presidente del gobierno catalán, Pere Aragonés, no se ha sentido llamado a la cumbre a la que sí han acudido los otros 18 presidentes autonómicos, mientrás que sí ha hecho acto de presencia el consejero de economia en otra cumbre, ésta entre sus iguales de las otras autonomías, donde al parecer, además, han tenido eco positivo los planteamientos por él expuestos.

Todo en conjunto (bronca política y crisis económica, convenientemente aliñada con unas buenas dosis de pandemia), parece que ha enfriado los ánimos ciudadanos, cosa que por otro lado resulta fàcil de comprender: Únicamente los muy convencidos son capaces de perseverar años y más años en unas luchas a las que se les acaba viendo muy pocas posilidades de terminar celebrando la victoria. Dentro de poco más de un mes se celebra la Fiesta Nacional de Catalunya, acontecimiento que en los últimos años se ha mostrado como un escaparate en el que se visualizaba la gran fuerza que había conseguido acumular el independentismo catalán; habrá que esperar ese momento para verificar la salud actual de este “movimiento” político aunque a buen seguro sea cual sea la respuesta ciutadana al llamamiento que partidos y activistes políticos independentistas hagan para manifestarse, no habrá acuerdo sobre cuál sea el significado que pueda tener una mayor o menor participación en los actos convocados.

La general esperanza depositada en una mejora económica global ha aparcado -¿temporalmente?- otras preocupaciones, de manera que tal vez no será hasta el próximo año cuando se podrá hacer una evaluación de cómo está el -desde mi punto de vista- muy mal llamado “conflicto territorial”.

Josep Niubò i Claveria, Barcelona, 31 de julio de 2.021

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